domingo, 1 de febrero de 2015

Empezar a sanar



Atracar: Llenar el estómago de alimento o bebida hasta no poder más. Así lo define el diccionario. Atracar es llenar un vacío que abruma. Abrumar es agobiar con algún peso. El peso se siente. Nos dicen que no existe en la misma magnitud en que creemos tenerlo. Pero se siente. Viene de hace muchos años y angustia. Tapa momentos felices. Genera excusas para encerrarse de nuevo en ese vacío imposible de llenar y volvemos a atracarnos.

El atracón se vuelve entrada y salida a un mismo círculo vicioso que no permite ver. Y mientras jugamos a entrar y salir de la misma oscuridad que juramos, una y otra vez, que no nos va a volver a embaucar, se pasa la vida. La del resto. La de uno. La vida. Sin darnos cuenta, las sonrisas dejan de existir y solamente hay más angustia y más vacío. ¿Quién lo entiende? Nadie. Ni nosotros. ¿Quién lo disfruta? Nadie. Ni nosotros. ¿Será hoy el día en que pueda frenar el torbellino negro y compartirlo?

Dicen que hablar cura. O sana, que sería mejor. Sanar es restituir la salud que uno había perdido. ¿Por qué la perdimos? No sé. No importa. Tiene que volver.

No más Anas, ya no más Mias.

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